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El baúl de Mawey

Nadie en la estancia

Un salón de corte clásico;
Condenado en la pared,
un cuadro de Paul Gouguín;
Un sofá -tal vez jurásico-,
mudo y vestido de espacio.
Los libros de viejas tapas
-como nichos en las baldas-,
dormidos tras los regalos.
Y nadie en la estancia, nadie;
sólo una palabra sola.
 
Platos y tazas a juego
con la encimera ambarina
y el muaré de las cortinas;
una vitrina de ensueño
y un cristal de escaparate;
los condenados aperos
siguen colgados del cuello
y tintinean, brillantes;
Y nada en los labios, nada;
sólo un beso rancio, inerte.
 
Un cuarto de baño inmenso
con las toallas resecas,
y una llorona cisterna;
La bañera -níveo féretro-,
las paredes de colores
con preciosos azulejos;
Luces caducas, espejos,
y el añejo de las flores.
Y nadie en el aire, nadie;
sólo un placer inocente.
 
Un dormitorio Luis XV,
y una mesilla sin dueño;
Un armario con recuerdos
de los sueños imposibles;
Y nadie en los ojos, nadie;
sólo una lágrima sola.
 
M.A.W. Mawey 23-12-05 ®

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